Mundo Dedé

Borradores de la mitad de mí


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Jacque II

Jacque reapareció, mucho después, en el camino de Mario. A los 20 años, se unió a la fiesta con su amiga Alicia y coincidieron en pubs, calles del ritmo y marchas nocturnas. Coincidía con los años de la movida y su eclosión en Elche, al menos en el plano juerguístico, era la misma que en otros puntos de España.

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Jacqueline

He anunciado que hablaría de los errores que ya había empezado a cometer Mario pero, en cambio, me he lanzado a hablar de aciertos, porque los desaciertos en el terreno amoroso (pocos a esa edad, también es cierto; aunque el chaval corría pocos riesgos debido a una timidez de libro) he evitado narrarlos.

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Relato

El protagonista de este relato es Mario, un joven de 26 años.
Mario, por qué no. Y 26 años porque es necesario que sea alguien que pueda mirar atrás con nostalgia, que tenga años y probabilidades de haber sufrido, capacidad de llanto o agobio o arrepentimiento o frustración. Y a esa edad normalmente ya se ha vivido lo esencial y ya se han dibujado en la piel las líneas básicas por las que viajará la pelota, si me permiten el término futbolístico. Existe la posibilidad de cometer errores, es a partir de entonces cuando se cometen los más gordos, y también de enmendar alguna frivolidad juvenil. Y ya nadie vigila, se acabaron los años de estudios en los que estás sometido a reglas, fechas y pruebas, con varios filtros en tu radio de acción. Eres libre de meter la pata, en definitiva.

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Ya sé que me había ido

Lo que pasa es que echaba esto de menos. He publicado toda mi vida, aunque fuera un breve sobre un accidente en la A-7, y sí, lo echo a veces de menos. No es lo mismo que un diario de tirada nacional, o regional, un blog es incluso mejor. No lo lee nadie pero al menos escribes lo que te rota y no viene ningún listillo detrás a corregir lo correcto. De paso, me desentumezco, que todavía no he conseguido llevar a cabo mi plan: ni he salido a que me diera el aire ni me he pegado con cola a la silla para escribir.

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