Jacque reapareció, mucho después, en el camino de Mario. A los 20 años, se unió a la fiesta con su amiga Alicia y coincidieron en pubs, calles del ritmo y marchas nocturnas. Coincidía con los años de la movida y su eclosión en Elche, al menos en el plano juerguístico, era la misma que en otros puntos de España.
Archivo mensual: julio 2007
Jacqueline
He anunciado que hablaría de los errores que ya había empezado a cometer Mario pero, en cambio, me he lanzado a hablar de aciertos, porque los desaciertos en el terreno amoroso (pocos a esa edad, también es cierto; aunque el chaval corría pocos riesgos debido a una timidez de libro) he evitado narrarlos.
Relato
El protagonista de este relato es Mario, un joven de 26 años.
Mario, por qué no. Y 26 años porque es necesario que sea alguien que pueda mirar atrás con nostalgia, que tenga años y probabilidades de haber sufrido, capacidad de llanto o agobio o arrepentimiento o frustración. Y a esa edad normalmente ya se ha vivido lo esencial y ya se han dibujado en la piel las líneas básicas por las que viajará la pelota, si me permiten el término futbolístico. Existe la posibilidad de cometer errores, es a partir de entonces cuando se cometen los más gordos, y también de enmendar alguna frivolidad juvenil. Y ya nadie vigila, se acabaron los años de estudios en los que estás sometido a reglas, fechas y pruebas, con varios filtros en tu radio de acción. Eres libre de meter la pata, en definitiva.
La página en blanco
Leo a autores actuales para ver si me inspiro después de un mes de retiro forzoso en el que no he conseguido escribir. Veo que los autores actuales son un club formado por gente poco confusa que sabe ordenar bien una frase y componerla de palabras idóneas sacadas del diccionario.
Ya sé que me había ido
Lo que pasa es que echaba esto de menos. He publicado toda mi vida, aunque fuera un breve sobre un accidente en la A-7, y sí, lo echo a veces de menos. No es lo mismo que un diario de tirada nacional, o regional, un blog es incluso mejor. No lo lee nadie pero al menos escribes lo que te rota y no viene ningún listillo detrás a corregir lo correcto. De paso, me desentumezco, que todavía no he conseguido llevar a cabo mi plan: ni he salido a que me diera el aire ni me he pegado con cola a la silla para escribir.