Jacque reapareció, mucho después, en el camino de Mario. A los 20 años, se unió a la fiesta con su amiga Alicia y coincidieron en pubs, calles del ritmo y marchas nocturnas. Coincidía con los años de la movida y su eclosión en Elche, al menos en el plano juerguístico, era la misma que en otros puntos de España.
Primero fue El Escalón y Biscúter, más tarde Las Rocas, entre otros garitos que proliferaban a mares por calles como Fatxo o, andando los 80, San Vicente. Era curioso coincidir con su ‘novia’ del colegio habiéndose saltado toda la adolescencia, ella había empezado pronto a trabajar en una fábrica en la que las diez horas de jornada laboral y el ambiente claustrofóbico del taller hacían necesario el desahogo del fin de semana. Así que Jacque y Alicia, con su pelo cardado a lo Paloma Chamorro -la presentadora del programa musical ‘La edad de oro’- se unieron algunas veces a las marchas de Mario y sus amigos Teles y Alfonso y sus gabardinas caquis.
Incluida una en la que terminaron borrachos en el campo de Alfonso y a la vuelta Mario estrelló el coche contra una valla, de tal manera que el vehículo quedó en dirección contraria a la que circulaban. Del Talbot Solara llegaron a salir siete personas, las ya mencionadas más La Fuete y la hermana de La Fuete. En aquella época Alfonso se había encariñado con Yolanda, una chica que tenía dos hermanas mayores, que casualmente acabaron, al mismo tiempo, enrrolladas con Teles y Mario. A La Fuete la llamaron así porque respondía a menudo «qué fuete» a todo lo que se le decía. Esa madrugada salieron del coche accidentado primero sus piernas enfundadas en medias de rejilla y a continuación su rímel corrido en la borrachera curtida con vino granadino y algunas risas.
El coche lo conducía Mario. Fue el percance más grave de su juventud y sólo supuso una factura astronómica. Él fue el único que tuvo que vomitar al salir del coche, se había dormido al volante por efecto del vino cabezón. El vómito tuvo sabor a aceitunas partidas.
Todavía hubo oportunidad de una fiesta más compartida con Jacque y Alicia y sus simpáticos cardados y faldas ceñidas y oscuras. Aquella fiesta en el campo de un amigo de Fran fue para celebrar un cumpleaños múltiple, y Fran la organizó a conciencia. La fiesta la presidía una cruz de tamaño natural con el nombre de los cumpleañeros en el RIP y un ataúd en lugar de barra de bar. Conseguir todo aquello no fue fácil, pero sí divertido: sobre todo para el que viera a cuatro tíos corriendo con un ataúd por el instituto La Asunción. Casualmente alguien había usado el féretro en el último festival de fin de curso y pudieron sustraerlo con facilidad del salón de actos. La cruz nadie sabe de dónde coño salió. La fiesta ya se la pueden imaginar, pero hubo hasta sexo sobre la leña o en bancales. Terminó con la típica bromita de introducirle cubitos de hielo al que duerme el cebollón en un saco de dormir.
julio 24, 2007 en 3:08 pm
Hola!! sigue que me quede con ganas de seguir leyendo los capitulos..
marzo 29, 2008 en 6:29 pm
No me dejes así, continua. Besito
marzo 30, 2008 en 9:06 pm
Natalia y Sonia, he continuado esta historia pero fuera del blog. Creía haberla terminado ya, pero necesita retoques. Aún así va por las 75 páginas y se convertirá en lo que explico en una entrada del blog titulada ‘Se reabre este diario escrito a trompicones’.
Muchísimas gracias por leerme. Me volvería loco si no tuviera gente como vosotras leyéndome.
Besos!