Acabo de poner una entrada en una página de una asociación de EM en Facebook que me llegó a través de otra amiga afectada. Resume un poco el curso hasta ahora de mi dolencia y por eso lo copio aquí, aunque muchos ya sepáis de qué va e incluso estéis hartos de escuchármelo contar. Además, creo que estaría bien que, los más inquietos o concienciados sobre lo que comemos, le echárais un vistazo a una página (si leéis inglés) que habla de mi último descubrimiento: http://www.the paleodiet.com. Sí, la dieta paleolítica, la anterior al invento de la agricultura, cuando éramos cazadores y recolectores. Casi ná. Me he ido a hace 10.000 años. Que os aproveche. Yo lo dejo caer y me pongo enseguidita a estudiar literatura, que ya está bien.

«Tengo la enfermedad desde hace 5 años y he estado haciendo todo este tiempo una vida casi normal. El casi consiste en un cansacio crónico (si no estoy en casa sin trabajar y con el menor estrés posible). Y en algunas secuelas de brotes en manos y pies que afectan a mi movilidad (no puedo caminar demasiado). Antes de venirme a EE UU a estudiar y dar clases en una universidad estuve varios meses de baja y el cansancio no se iba de ninguna manera. La enfermedad estaba parada, mis lesiones estaban inactivas y no requería de medicación. A ello creo que contribuyó la dieta Swank que he estado siguiendo desde el principio, según la variante estudiada por la fundación ARMS de Judy Graham (hay libros de ambos en Amazon), es decir, baja en grasas saturadas (no más de 8 gramos de grasas saturadas diarios) y alta en omega 3 y 6 (aceite de pescado y aceite de onagra). Hay más de 5.000 pacientes del doctor Roy Swank durante 40 años de ejercicio que han detenido o aliviado la enfermedad gracias a esta dieta. Yo me considero uno de ellos.
Además, hace unos días he descubierto este vídeo que habla desde un punto de vista científico (es una conferencia para una asociación de EM de EE UU impartida por el doctor Loren Cordain, un profesor de la universidad de Colorado State con numerosos estudios y libros publicados) sobre, entre otras cosas, la relación entre algunos productos (lácteos, aceites vegetales refinados, grasas saturadas, pero también, y es lo que me ha sorprendido, cacahuetes, tomates, legumbres y cereales: judías, lentejas, garbanzos, trigo, maíz, centeno, arroz, etc) y la EM. La clave está en la lectina que contienen estos productos y traspasa las paredes del intestino para dañar, en ocasiones y si tenemos una predisposición genética, nuestro sistema inmunológico. Está en inglés pero me parece muy importante compartirlo. Dentro de mi búsqueda de una solución a mi problema, yo hice una dieta parecida hace dos años, justo antes de venirme a EE UU, y me dio resultado, mi cansancio crónico desapareció. Ahora, con esta demostración científica sé que debo volver a aquella dieta. Empecé ayer».