Últimamente estoy desaparecido blogueramente hablando. La verdad es que estoy manteniendo más el contacto por Facebook, donde me gustaría encontrarme a todos vosotros también. La vida va muy bien últimamente, en Miami ha empezado a refrescar un poquito, se puede decir que tenemos desde hace un par de días un clima primaveral. Sigo teniendo mucho trabajo pero estoy aprendiendo a que no me desborde ni me masacre. Así que últimamente si estoy desaparecido es por propio gusto. Tengo que hacer fotos, esto está realmente bonito, el campus y su vegetación, sin ir más lejos, es una maravilla. Hoy me he bañado en la piscina, imaginaos: rodeado de verde y con un cielo claro y limpio, una luz cinematográfica. Es increíble la luz que hay en Miami, hasta ves a la gente con un contraste de tonos diferente. Es como si los píxeles con los que ahora miro se optimizaran al máximo y dieran una calidad antes desconocida.
Me voy a la jornada de puertas abiertas de las galerías de arte de Wynwood. Hay comida y bebida gratis. Para celebrarlo, pongo aquí un par de poemas, los que he escrito en este verano que acaba de terminar.
A mi madre
Ella abrazada
Porcelana, perlas plastificadas, jarrones clásicos, cerámicas decorativas procedentes de ancestrales ballets de colores suaves. Leves campanilleos entre cajas y un nervioso cuchicheo infantil ataviado con volantes y tutús color caramelo celeste, algodón de azúcar, nata montada y turrón blando.
Los días así terminan con paseos nocturnos de vuelta a casa, ella abrazada a su ramo de flores de gala, habitualmente un despliegue floral tan grande como el éxito, tan simpático como las mallas de las niñas que bailan en las húmedas fauces de un escenario devorador, igual de romántico como la penumbra navajera del gris rasgado a contraluz.
Otros días no ocurre exactamente eso. Es más bien cosa de bajar a comprar el pan, reclamar un recibo, recorrer el centro en círculo eligiendo las puertas a las que se toca, actos rutinarios antes de darle el último golpe de calor al cocido que espera en casa, que se huele desde la calle, que espera en la mesa, que se divide en partes (caldo con fideos primero), que pasa por la sartén al día siguiente para perpetuar sabores y explotar sensaciones en la magnitud de sus verduras, garbanzos y pollo de campo. ¿Quieres un huevo detrás?, pregunta ella, preocupada sin motivo alguno por la presunta inanición de su camada. Flecos de pechuga tostados, que más se puede decir, ni de la ropa vieja ni de nada.
Los días de verano con salitre en la piel, finos granos de arena que cruje al pisar el apartamento alquilado en la playa, abierto de par en par a la calle y a los vecinos de las demás barracas, agua dulce que contrarresta la grandilocuencia presuntuosa del mar Mediterráneo, chorros que oxigenan boca y piel.
Ella abrazada. A la causa inicial de un suspiro, a la maravilla de Alejandro, Lara y Pablo, a las tres majas de Rubens, al petardeo de una moto lejana, abrazada a recuerdos, al constante y cortante ajetreo de invierno y verano, de unos y otros, de luna y sol, de verdad y mentira, de los hermosos puntos suspensivos intermedios.
Ella se abraza. Siempre abrazada, flotando, en silencio, en medio del feliz griterío de agosto.
Elche, 4 de agosto de 2010.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Franjas de luz
Blanco marfil divide en franjas sombreadas la penumbra caribeña de mi casa. Todo es fresco, mis pies descalzos pisan sin miedo granito húmedo, mis manos sujetan a ciegas paredes de color hueso, listones que filtran la verde luz de la ventana.
Escribo todo esto después de varios bipbip de mi teléfono, eres tú con cosquillas en la risa, tu pelo salvaje enredándose a mí como el jinete a su yegua nerviosa, a la que calma con violencia, a la que abraza con sus piernas musculosas, transpiradas, firmes. Me tranquiliza el morado de mi escritura y la idea de que te volveré a ver pronto, nos encontraremos paseando, rodeados de jóvenes, en un lugar resguardado del sol, cubierto por la espesura de los grandes árboles primitivos, carnosos, tan humanos como las viejas arrugas de un viejo, solemnes como su mirada.
Es otro sábado por la noche en la tierra provisional de América, en el verde perpetuo que se extiende leguas en el horizonte cuando desafío a la luz a treinta metros de altura. Desde mi tren en marcha de Dadeland, tú y yo a punto de encontrarnos, como hemos estado haciendo tantos años sin conocernos.
Miami, 18 de septiembre de 2010.
octubre 29, 2010 en 3:53 pm
Ya noto que estás desaparecido. Me alegro que te encuentres fantasticamente bien por Miami guapo. Estoy reciclandome en esto del facebook, así q cuando lo domine un poco ya me pondré en contacto contigo a través de él.
Pero mira q estás guapo en la foto q has puesto en el facebook? un beso, o dos o tres….
octubre 30, 2010 en 5:59 am
Hola Charito, gracias por la visita. Te debo ese email. Yo también quiero saber de tus cosas…
Besos para ti también.