
Querido papá, ya hace dos años que te fuiste como un resoplido de Buda bueno y satisfecho.
Como recuerda Nazario al principio de esta grabación, te esfumaste mientras escuchábamos a Maria José leer “El Principito” en francés, todos rodeándote en la habitación de la clínica Vistahermosa.
Tú estabas en coma desde la noche antes en que te dieron más morfina para aliviar el dolor, o para regalarte una muerte amarga como el beso de la amapola.
Ana, que se portó como una jabata todas aquellas últimas semanas sin saber nadie que eran las últimas, suspiraba los dedos y entrelazaba ayes y náguaras.
Recuerdo el llanto desgarrado de Cristina, de repente, que me dejó sin palabras y a Juan Carlos abrazándose a sí mismo.
Yo, más sancochado que cuando ella misma me confesó dos días antes que te quedaban dos días, según los infames galenos.
Nunca me han acuchillado el estómago, pero aquella noticia fue como un tajo de bisturí que provocó un chorro santo de gamma globulina.
El tío Patri, tan ciervo herido también por sus propios tumores, estaba sentado en una butaca del fondo y se deshidrataba llorando, era un mar de pena, mi pobre tío Patri a sus 80 años.
Había gente más entera, milagrosamente, como si todo fuera a continuar igual: el cigarro de la entrada, la tostada con mantequilla, comprar el periódico, ¡a mí qué me importará lo que pase más ya!
Yo te toqué en la mejilla como despidiéndome y grité algo, desquiciado: ¡Qué grande eres, papá!
No fui original, era lo que te decía tu padre, Nazario, cada vez que se le henchía el corazón al ver una representación tuya.
Luego cada vez estuviste más frío. Más vestido de traje. Más peinado y con aspecto de hombre cabal y juicioso.
Hasta que te acompañamos a la puerta de ese averno de pacotilla que devuelve astillas de ataúd y cenizas cuando le has introducido tanta carne alada.
La última noche te dije que te quería y discutimos un poco sobre quién quería más a quién. Fue la primera y la última vez que me diste la razón.
Y ya no he vuelto a hablar contigo, salvo cuando me llamaste por teléfono mientras dormía. Contesté: “¿Andrés?” “¿Papá?” Y se cayó la llamada desde el multiverso en el que te encuentras ahora.
Estos días he llorado con el programa de radio que Nazario te ha hecho, pero quiero que sepas que el llanto ha surgido del subconsciente porque yo cada día recibo mensajes y consejos tuyos, cada día te escucho y las canciones que nos unen, como la que abre este programa dedicado a ti (no perderse el principio y el final), canciones como la de tu gran amiga Teresita, que ahora te acompaña, traspasan los velos.
Programa XIII Possiqueteveré. Gaceta cultural de La Carátula.
Sol FM
Dirección: Nazario González.
Sonido: Juanjo Martínez.
Música: Teresita Fernández, Héctor González, entre otros.
Locutores: Marina Teresa González, Patricio Vidal Carpio.
Reporteros: Patricio Vidal González, Mayte Sierra.